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Diego Flores Magón, el bisnieto del revolucionista mexicano intelectual y periodista Enrique Flores Magón, instruyó el rol de su bisabuelo en la Revolución y como él está preservando y compartiendo su legado.
Magón visitó la universidad de Fresno State el 21 de febrero.
Romeo Guzman, profesor auxiliar del departamento de historia y director del <<Valley Public History Initiative>>, dijo que él y Magón eran amigos mucho antes del comienzo del proyecto.
“Antes de que el archivo de Magón fuera una realidad, se encontraba en ruinas”, dijo Guzman. “Ese momento siempre ha estado conmigo. Antes de que Diego tuviera el archivo, eramos amigos, y activamente pensábamos sobre [el archivo]”.
Él dijo que cuando comenzaron el proyecto, el propósito de ellos era conocer la “verdadera historia” y cuánto de esa historia se puede recuperar.
La próxima pregunta para ellos, dijo Guzman, era, “¿Qué es un archivo y cómo lo construimos”?
La historia con Enrique Flores Magón comenzó cuando un semanario mexicano, el hijo del Ahuizote, fue publicado, criticando el creciente gobierno “fascista” de 1903.
Magón dijo que el régimen en México habÃa perpetrado abuso de poder, reprimido la libertad de expresión y el proceso electoral.
Cada nombre asociado con el artÃculo fue publicado con un seudónimo. Sin embargo, la foto en la primera plana de la publicación reveló las caras de cada autor, incluyendo a Magón.
Él dijo que el acto de revelar sus caras era para probar su dedicación. Justo después de la publicación de los artÃculos los autores fueron encarcelados.
Al comenzar la Revolución de 1910, dijo Magón, los radicales, como se les llamaba a los revolucionistas, se hicieron cada vez más aislados y los EE. UU. se hizo hostil hacia los radicales.
Él dijo, “Enrique, él tuvo una vida dificultosa. Fue encarcelado varias veces, incluso en México”.
Magón dijo que su bisabuelo solÃa “escribir su propia autobiografÃa y cultivar su archivo. Lo hizo como intento para ser reconocido como un revisionista porque la Revolución habÃa perdido”.
Él dijo que su bisabuelo les preguntó a todos los miembros del partido revolucionario que declararán sus actividades para que él pudiera hacer un archivo que incluyera todo.
Ahora, Magón tiene más de 12,000 documentos y 25,000 imágenes — historia de Sudamérica y los EE. UU.
Él dijo que el acceso a un archivo no es fácil y se preocupa de cómo se usará la información y por quién.
“Hay algo muy feo sobre [la idea de un] archivo”, dijo Magón.
También, dijo que se preocupa sobre la delicadeza de los archivos y su bienestar con respecto al mantenimiento de su calidad.
“Tengo mucho optimismo en que la colección se convierta a digital”, dijo Magón, riendose.
Por lo tanto, ellos han creado su propio archivo. Casa del Hijo del Ahuizote es el nombre del archivo, y está localizado en la Ciudad de México.
“Este proyecto se [ha] creado del deseo”, dijo Magón.
Él dijo, actualmente, que el archivo sirve en reconstituir la red de revolucionarios, si es necesario.
Magón dijo que el archivo probó que el discurso sobre la Revolución es neutralizada por la historia. Fue entonces que compartió su favorito dicho, “El momento en que se convierte historial, cesa en convertirse amenazante — entre más minimices la historia, más se convierte en amenaza”.
Radicado en Los Ãngeles, el estampador y primera generación mexicano-americano Daniel González dijo, “Encontrar mi lugar en L.A., significó haber tenido que recordar su historia y inmigración”.
González, quien es de Boyle Heights, un lugar conocido por su inmigración, dijo, “Estuve muy consciente de la historia y lo importante que era para Magón en visitar esos lugares en L.A.”.
González estaba trabajando en un proyecto el cual perdió su financiamiento, fue entonces que se encontró inmerso, poco tiempo después, en un proyecto diferente. Decidió que tenÃa que crear estampados emulando la publicación “El Hijo del Ahuizote”.
Creo 3,500 copias y las distribuyó a lo largo de la Ciudad de México.
González dijo que estaba preocupado que los residentes no supieran lo que eran sus estampados, pero no fue asÃ. Las personas supieron exactamente lo que estaban recibiendo, y “amablemente” recibieron el arte, él dijo.
Aunque los estampados fueron todo un éxito entre los residentes, quiso hacer más. Se preguntó a sà mismo, “¿cómo podemos activar este lugar con el material del archivo”?
González puso su talento a prueba y imprimió letras grandes con la fuente Francis Gothic, las bañó en pintura y las pintó con palabras del archivo sobre las paredes de una estación de metro en la Ciudad de México.
Poco después, la estación de metro cubrió las palabras con periódicos. A sorpresa de González, solicitaron que las fuentes y el nombre de los archivos fueran pintadas en la pared, para que las personas de la Ciudad de México pudieran aprender más.
González dijo, “creo que es valioso establecer este tipo de relación como artista y como ser humano”.
Story translated from English by Francisco J. De Leon.